Bani Walid -
"Nos vengaremos, tarde o temprano", jura un
hombre de la poderosa tribu de los warfala, leal al antiguo régimen,
mientras muestra las viviendas incendiadas y reventadas por los disparos
de obuses de los antigadafistas cerca del centro de la ciudad de
Bani Walid.
No quiere que lo filmen, ni da su apellido.
Suleimán, como
dice llamarse, tiene "miedo" de los combatientes del nuevo régimen que
tomaron el control de la ciudad hace diez días después de más de un mes
de combates contra las fuerzas leales al ex dirigente
Muamar Gadafi,
muerto en
Sirte el 20 de octubre.
"
Hemos dejado de luchar porque
no teníamos más municiones. La mayoría de los habitantes escondieron sus
armas y se quedaron en casa. Otros se mezclaron con los grupos
rebeldes", admitió.
Las fuerzas del
Consejo Nacional de Transición
(CNT, procedente de la rebelión), que entraron en la ciudad el 17 de
octubre, quedaron sorprendidas al ver que los combatientes se habían
esfumado tras semanas de lucha encarnizada.
"
Cuando los 'Thowars'
(revolucionarios) no encontraron a las brigadas de Gadafi de las que
hablaban, se pusieron furiosos. Dispararon a los perros, a las casas,
saquearon y prendieron fuego a viviendas y a edificios públicos", añadió
Suleimán. "
Toda la ciudad está hecha una furia. Los 'Thowars'
castigaron a todo el mundo destruyendo nuestras casas, robando nuestros
coches y matando a nuestros parientes. Esto no lo pasaremos por alto",
asegura este hombre, que dice debatirse entre la tristeza y el odio.
"
Bani
Walid es una sociedad tribal. No hay extranjeros. Sólo están los
warfala y nadie puede gobernarnos. Por eso no habrá Libia sin los
warfala. Actuaremos tarde o temprano, aquí, en Trípoli o en otras
partes", advirtió.
Bani Walid, un vasto oasis de relieve escarpado
a 170 kilómetros al sureste de
Trípoli, es el feudo de los warfala que
forman la principal tribu de
Libia, con un millón de personas (de unos
6,3 millones de habitantes). Sus miembros están divididos en decenas de
clanes que pueblan también la parte septentrional del país, con un
asentamiento en Cirenaica (este), en la región de las ciudades de
Bengasi y de
Derna.
Aunque los warfala de Bani Walid se mantienen
leales al régimen derrocado, la oposición entre otros clanes,
esencialmente los de
Cirenaica, y el régimen libio se remonta a los años
1990, cuando decenas de oficiales acusados de complot fueron detenidos y
algunos de ellos ejecutados.
Pese al panorama desolador de Bani
Walid, algunos intentan reparar los daños y recobrar la normalidad,
"
pero es muy difícil", afirma
Mohamed Ahmed, con las manos manchadas de
pintura frente a su apartamento que intenta convertir en "habitable".
Según cuenta,
aún se escuchan disparos entre habitantes y los pro CNT.
Al
contrario de otras ciudades del país,
la bandera roja, negra y verde de
la "nueva Libia" brilla casi por su ausencia en Bani Walid y la
actividad se retoma muy lentamente.
Un grupo de voluntarios limpia la plaza central de casquillos y escombros.
Un
joven, que dice llamarse
Al Sahbi Al Werfelli, vende hortalizas en un
pequeño mercado improvisado. Reconoce haber combatido junto a las
fuerzas gadafistas. "
Sí, luché contra estos ladrones. Es una revolución
de ladrones. Lo han destruido todo. Lo han robado todo", afirma, alejado
de los pocos transeúntes que pasan por el lugar. "
Bani Walid paga el
precio de su apoyo a Gadafi. Pero la amamos", dice. "
Estamos a la espera
de una señal para retomar las armas y vengarnos", advierte.
Su primo asiente: "
Hemos defendido nuestras casas y nuestro honor, y vengaremos a cada muerto, cada casa robada".
Fuente: Articulo original de
Imed Lamloum publicado en AFP [
1] Imágenes: AFP | EPA | ABC